Este 15 de septiembre quedará marcado para siempre en la historia de México. Marcará el día en el que la locura de la violencia del narcotráfico invadió nuestras vidas y nos convirtió a todas y todos en potenciales objetivos de su demencia.
Morelia se tiñó de sangre, de dolor y de luto. Se tiñó de sangre de una andanada de violencia que declara que estas organizaciones criminales no van a parar. No se van a detener ni si quiera frente a personas comunes y corrientes: como tu y como yo.
Este día los grupos delincuenciales le han declarado la guerra a la sociedad mexicana en su conjunto. Decidieron dejar que su espiral de locura creciera el punto que se saliera de fuera de control y ya no son sus objetivos los otros narcos, los sicarios, los policías o los militares. Es cualquiera, es el caos, es la demencia.
Lo más grave es que hoy el narcoterrorismo ha llegado y no tendremos tregua hasta que algo ceda, algo se quiebre.
Y volverán las exigencias de pena de muerte, esas que olvidan que los responsables salen siempre libres. Y regresaran los gritos de dureza, esas que se enmarcan en la lógica militar –y alguna razón tendrán aunque de nada sirvan las balas contra esta locura-.
Y regresarán los lucros políticos, las ideas de desmontar gobiernos y apoyar a caciques.
Y habrá que recordar que la violencia no resuelve la violencia, pero que lo que vivimos no es tolerable. Y seguiremos viendo las miles de armas que entran desde la frontera con EU sin que nadie se ocupe de ello.
Y tendremos que citar a ese sociólogo que planteó que ‘el hombre es el lobo del hombre cuando no hay instituciones de estado’. Y desearemos vivir en otro lugar o en este en otro tiempo. Y seguirán voces cuerdas diciendo que el problema es la impunidad, es que el sistema de justicia en México no sirve, no intimida, no desincentiva al criminal.
Y veremos que la locura y el luto seguirán siendo las constantes de nuestras vidas hasta que no tomemos decisiones radicales.
Hasta que regulemos el mercado de las drogas y terminemos con ese negocio clandestino que hoy nos tiene atemorizados e indignados.
Drogas legales, ya.
Cárcel a los asesinos, todos ellos no sólo los del 15.
Ley, justicia, probidad.
Condolencias a todas las víctimas de estos 10 años de violencia ininterrumpida. Y a las primeras que resultan del narcoterrorismo
Morelia se tiñó de sangre, de dolor y de luto. Se tiñó de sangre de una andanada de violencia que declara que estas organizaciones criminales no van a parar. No se van a detener ni si quiera frente a personas comunes y corrientes: como tu y como yo.
Este día los grupos delincuenciales le han declarado la guerra a la sociedad mexicana en su conjunto. Decidieron dejar que su espiral de locura creciera el punto que se saliera de fuera de control y ya no son sus objetivos los otros narcos, los sicarios, los policías o los militares. Es cualquiera, es el caos, es la demencia.
Lo más grave es que hoy el narcoterrorismo ha llegado y no tendremos tregua hasta que algo ceda, algo se quiebre.
Y volverán las exigencias de pena de muerte, esas que olvidan que los responsables salen siempre libres. Y regresaran los gritos de dureza, esas que se enmarcan en la lógica militar –y alguna razón tendrán aunque de nada sirvan las balas contra esta locura-.
Y regresarán los lucros políticos, las ideas de desmontar gobiernos y apoyar a caciques.
Y habrá que recordar que la violencia no resuelve la violencia, pero que lo que vivimos no es tolerable. Y seguiremos viendo las miles de armas que entran desde la frontera con EU sin que nadie se ocupe de ello.
Y tendremos que citar a ese sociólogo que planteó que ‘el hombre es el lobo del hombre cuando no hay instituciones de estado’. Y desearemos vivir en otro lugar o en este en otro tiempo. Y seguirán voces cuerdas diciendo que el problema es la impunidad, es que el sistema de justicia en México no sirve, no intimida, no desincentiva al criminal.
Y veremos que la locura y el luto seguirán siendo las constantes de nuestras vidas hasta que no tomemos decisiones radicales.
Hasta que regulemos el mercado de las drogas y terminemos con ese negocio clandestino que hoy nos tiene atemorizados e indignados.
Drogas legales, ya.
Cárcel a los asesinos, todos ellos no sólo los del 15.
Ley, justicia, probidad.
Condolencias a todas las víctimas de estos 10 años de violencia ininterrumpida. Y a las primeras que resultan del narcoterrorismo
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