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jueves, 14 de agosto de 2008

La vida de la "Capital petrolera" fragmentos de Poza Rica


Por Francisco De Luna

Poza Rica, Ver.- Las primeras horas en la ciudad huelen a pescados y mariscos, pero también a petróleo. Así comienza la actividad en la ciudad a partir de las 03:00 de la madrugada. Los sitios de mayor movilización son el mercado Santa Fe y Parador Urbano donde la gente comienza a reunirse, algunos conductores del transporte urbano encienden los vehículos para calentar motores, mientras que camionetas cargadas de pescados y mariscos llegan de Tampico, Tuxpan, Saladero o Tamiahua para dejar el producto.

Los comerciantes cargan sus rejas de pescado y camarones y más variedad de productos del mar, iluminados por los semáforos, también por los quemadores que arden en los pozos petroleros, allá en las orillas de la ciudad.

Del primer cuadro de la ciudad empiezan asomar más personas que caminan y se dirigen hacia las cafeterías, mientras que otros más modestos degustan el lonche a las 05:00 de la mañana después de hacer las descargas de lo que comercializarán durante el día.

Los camiones del Parador Urbano han partido hacia sus destinos, pero otros han llegado de municipios costeños o serranos. Al mismo tiempo que bajan trabajadores de algún comercio o compañía. Los microbuses a las 05:00 ya transportan pasajeros, a esa hora los vehículos empiezan a converger. La ciudad se inunda de transporte al grado de ocasionarse el congestionamiento vehicular.

El comercio en este municipio no sería igual sin las conocidas “tineras” quienes cargadas de productos del campo llegan con el recipiente lleno de quelites, aguacate y yerbas raras para el refinado pozarricense. Se instalan en las banquetas, algunos consideran que obstaculizan el paso y son los inspectores de Industria y Comercio quienes llegan de inmediato para arreglar el problema; primero las corretean y no falta el que las humille “nos dicen marginales” platicó doña Rosa Bautista quien se instala en el boulevard Lázaro Cárdenas a un costado de la cafetería “Henry”.

A las 07:00 la concentración de personas y carros empieza a crecer y no falta el conductor desesperado que toque el claxon repetidas ocasiones por que ya se le hace tarde. A las 08:00 los negocios ya están abiertos, la actividad comercial ha iniciado, por lo tanto las banquetas de la zona centro se obstaculizan por el paso de la gente, tanto que es imposible caminar fluidamente de la misma forma que en pasillos del mercado Poza Rica donde se concentra la mayor parte de los pobladores.

Dan las 10 de la mañana, las 11, es un ir y venir de personas, mientras que en otras zonas de la ciudad las noticias se generan y son los reporteros de los diversos medios de comunicación que van en busca de ello, para esas horas no falta la manifestación, el plantón ya sea por que han los inconformes han sido engañados por sus líderes o protestan por el cobro del servicio de limpia pública, no falta el accidentado, la riña, mientras que en otros espacios no falta el político en rueda de prensa dando su discurso.

Al medio día Poza Rica ya no huele a pescados y mariscos, aunque sí a petróleo, también a contaminación, lo mismo que a noticias.

Después de las 12 horas, el calor es insoportable, quema el sol y arden los quemadores en los pozos petroleros, y la quietud de los pocos árboles acusan que el viento no sopla, y abajo el vaivén de los lugareños y foráneos es repetible. Así transcurre una y dos horas más, el caos se apodera de nuevo, los transportes se convierten otra vez en los dueños de las calles, avanzan por pocas, los ciudadanos quieren cruzar y no falta el que les pite o les haga señas con las manos.

Tan sólo el centro es un tumulto de personas, y de todo. No falta el que de pronto rompa lo monótono, el que de entre el bullicio de la ciudad haga escuchar sus ofertas “¡Cuatro pilas cinco pesos”!, frase popular en la ciudad, también al conocido anciano que pregona con un estilo muy característico a los medios impresos de la ciudad “La Opinión, el periódico El Mundo, El Diario de Poza Rica, y el Noreste, ya le traigo la noticia…” y los curiosos se detienen en el puesto a echarle el vistazo o leída, más a la nota roja.

Las horas avanzan, el reloj marca las 05:00 de la tarde, para esa hora don Pompeyo, Isabel, Brígido y Mateo quienes desde muy temprano se instalaron en la banqueta para pedir la limosna, ya han reunido por lo menos 60 pesos. Así como ellos, más tarde surgen otros personajes con aspectos todavía de más mendicidad, más ancianos lo mismo que niños de apenas cuatro años.

A partir de las seis de la tarde empieza el otro comercio, el que ofrece los elotes, esquites, la señora que vende tamales o el niño que continúa con la venta de chicles. Entonces la noche empieza a caer, quienes estaban escondidos, aparecen, sobre todo el giro de la prostitución. Con zapatos de tacón dorado y largo, o de suelas anchas, excesivo maquillaje, un bolso corto, avanzan hacia la colonia Ricardo Flores Magón o Tajín, en cada paso que dan el zapateo se escucha, mientras que los taxistas miran con cara de antojo, a veces de burla a las damas del sexo servicio que se dirigen cerca de los bares donde se situarán, pero también tienen espectadores que presenciarán los conflictos y “los amarres” para agarrar clientes en la práctica de este tipo de trabajo.

La noche es incierta, para ellas y para el cliente, lo mismo para el taxista que corre el riesgo de ser asaltado durante la ruleteada, a esas horas, a las 11 ó 12 de la noche, la ciudad sigue oliendo a petróleo y a peligro y así se detiene un instante del quehacer pozarricense por que serán otros quienes se apoderan de la oscuridad, mientras que las manecillas de los relojes están a punto de marcar las 03:00 de la mañana, y los quemadores con luz tenue anuncian la llegada de comerciantes de pescados y mariscos, al tiempo que los camiones calientan motores y aromas que se mezclan con el olor a petróleo. (14/ agosto/08)

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