
Por Francisco De Luna
Poza Rica, Ver.- La gente de la sierra se enfrenta a una vida difícil. Algunos no tienen luz eléctrica, agua potable, mucho menos teléfono ni televisión. Viven de la agricultura y en ella se basa la economía.
Cuando hay escasez de dinero, un número indefinido de familias recurren al trueque: cambian un animal por maíz, frijol o carne -que también es escasa.- La vida cotidiana transcurre de forma sencilla.

La vida entre los indígenas totonacos es parecida a la del vecino, del compadre, del amigo, pues la mayoría coincide en la misma labor ---en el campo--- cosechar el maíz, arar la tierra, chapear, cargar los pesados bultos; y se distinguen entre lo verdoso de la milpa o del monte por la indumentaria blanca, también caminan descalzos o portan los tradicionales huaraches de cuero y suela rígida para subir o andar entre los caminos que serpentean los cerros y terrenos accidentados, pues varios de ellos viven en las partes más altas de las montañas.

Mientras el viento soplaba los rostros anunciando una tormenta, continuaba con el relato, y explicó que no es nada raro que las cosechas se pierdan por las lluvias torrenciales o los insoportables fríos, y para compensar estas dificultades, se dedican a la comercialización o intercambio de algunos productos como la hoja de maíz, naranjas y algunos que otros animales del corral.
“Hablar de la vida de los campesinos, de los indígenas es bastante, no se termina, pues como en toda sociedad, hay fracasos, buenos momentos, historias y marginación”. Refirió con el acento y la lengua Tutunaku´, que por cierto “agoniza”, debido a que algunos pobladores se avergüenzan para comunicarse con ella. Y en torno a la vida indígena también se cuentan historias, leyendas que van sembrando quizá el miedo entre sus pobladores.
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